Confinamiento: más allá de su nombre
Estar en confinamiento, en cuarentena o en aislamiento, más allá de su nombre, tiene dos elementos importantes a considerar.

Por una parte, el hecho de que ciertamente al estar en esa situación, estamos siendo privados en alguna medida de nuestra libertad, de nuestra posibilidad de elegir, tomar decisiones y llevar las riendas de nuestra vida a plenitud y por la otra, estar todos en confinamiento nos permite sentirnos resguardados en casa y el miedo, angustia e inseguridad que genera el altísimo poder de contagio del virus y sus posibles consecuencias, en cierto modo disminuye, al menos por momentos o bien se enmascara o se distrae. El tiempo que transcurre dentro del aislamiento, constituye otro aspecto importante que va acumulando pensamientos, emociones, presiones, molestias e incomodidades que pudieran según los casos, llevar a tensión, a conflictos por resolver o la mayoría de los casos simplemente guardar y sobrellevar in situ. Y todo esto, independientemente de que estemos llevando la situación en compañía de alguien o bien nos haya tocado vivirla en soledad con la única y vital compañía de nosotros mismos. El espacio donde nos ha tocado vivir la cuarentena, en casa o cualquier otro sitio donde el azar nos llevará, es sin duda también un elemento crucial que contribuirá en la percepción y vivencia que tengamos de ella.
En todo caso, confinados, privados de la posibilidad de salir en mayor o menor grado según los países, y habiéndose mermado muchas de nuestras libertades y posibilidades de acción, viéndonos súbitamente obligados a obedecer a cabalidad instrucciones, a inhibir impulsos sociales de contacto y comunicación cercana, cambiar bruscamente hábitos y costumbres, necesitamos recurrir a la única libertad inalienable que tenemos todos los seres humanos; se trata de la libertad de pensamiento, la libertad de crear y de sentir.

Es así como para mí, esta experiencia ha sido una oportunidad para poner en marcha la libertad de pensamiento y a través de él, utilizar sus diferentes recursos a mi favor para minimizar el potencial agobio relativo al tiempo que se prolonga en aislamiento.
Al comienzo, quizás como mucha gente, exploraré la nueva situación dentro de mi realidad de inmigrante solicitante de asilo en España y asumí la frustración producto de que todos los procesos administrativos fueron suspendidos hasta nuevo aviso. Luego, comencé a buscar y recopilar información de posibles espacios laborales para futuro; a ordenar material, diseñar propuestas de trabajo y redactar artículos para la plataforma de Olas de Salud, además de pasar algunas consultas de psicoterapia online.
Otra actividad en la cual invierto tiempo y además me ilusiona, es escribir textos literarios, cuentos, poemas y entre otros las memorias que mi hija me solicitó sobre su padre. También tengo pendiente solucionar cómo obtener algunos recursos básicos para comenzar a pintar, pues quisiera ilustrar algunas de las cosas que he escrito. Dado que el comercio no esencial, está todo cerrado, al menos en España, he pensado en recurrir como recurso, a la pintura