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Navidad Lejos de Casa


Nuestra cultura latina, entre tantos aprendizajes, nos enseñó a celebrar en grande y disfrutar las fiestas navideñas en familia extendida; es decir, mamá, papá hermanos, tíos, primos, sobrinos, nietos, abuelos, tíos abuelos, primos segundos y terceros, más los vecinos y l@s herman@s de la vida.

En mi caso, vengo de una familia de 4 hermanos siendo yo la única hembra; pero, desciendo de una familia de 9 herman@s por el lado de mi mamá y 5 herman@s, por el de mi papá. Ello me permitió la dicha de crecer y celebrar la Navidad, rodeada de muchos tí@s y prim@s.

Las condiciones de la vida actual con su ritmo, cambios, globalidad y migraciones me impiden regalarle esa experiencia a mis dos hijos, y me han llevado a aprender a celebrar en pequeño y compartir a través de skype o whatsapp, lo que antes hacíamos en casa de la abuela.

No les niego que muchas veces me da nostalgia al rememorar nuestras grandes fiestas familiares y ver que actualmente sólo estarán conmigo mi esposo y mis dos hijos en la cena de Navidad y en la cuenta regresiva del tiempo para recibir el nuevo año. Sin embargo, recordando que muchas veces no podemos cambiar las circunstancias, pero sí lo que hacemos ante ellas; me propuse celebrar y disfrutar con mis hijos y mi esposo cada momento de la Navidad, incorporando las tradiciones que nuestras andanzas por la vida nos han permitido conocer y que serán las que recuerden mis pequeños.

Empezamos celebrando Thanksgiving o día de acción de gracia como el tributo a la gratitud que me regaló la cultura americana, lo cual considero una bella tradición que reconozco muy valiosa. Seguimos el 1 de Diciembre con la decoración de Navidad donde incorporé el Calendario de Adviento, tradición que adquirí en mi bella experiencia de convivencia en Alemania, con la cual mis hijos cuentan, con un chocolate cada mañana, los días que faltan para la llegada de Santa y la Cena de Navidad.

Luego, la tradicional cena navideña del 24, que siempre tendrá su toque venezolano con un pan de jamón casero, porque las hallacas me resultan muy complicadas, y en la mañana del 25, todos juntos, abrimos los regalos. Finalmente, cerramos nuestras fiestas navideñas el 31 de Diciembre con una cena y una actividad familiar, donde recordamos los logros del año que termina y definimos objetivos para el año que viene.

Así, aprendimos a desarrollar la resiliencia, esa capacidad de adaptarse al cambio, que es, sin duda, una cualidad muy útil e importante en la vida, y le transmitimos amor a nuestros hijos a través de nuevas tradiciones que ahora pertenecen a nuestro pequeño núcleo familiar. Me despido, deseándote una muy especial Navidad y un año nuevo lleno de oportunidades, y te invito, a ver más allá de la nostalgia de estar lejos de casa y crear tu propia magia en estas fiestas.


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